Discurso final de El Gran Dictador
Charles Chaplin, 1940
El camino de la vida puede ser libre y hermoso, pero lo hemos perdido. La codicia ha envenenado las almas. Ha levantado barreras de odio; nos ha empujado hacia la miseria y las matanzas. Hemos progresado muy deprisa, pero nos hemos encarcelado nosotros. El maquinismo, que crea abundancia, nos deja en la necesidad. Nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos; nuestra inteligencia, duros y secos. Pensamos demasiado y sentimos muy poco. Más que máquinas, necesitamos humanidad. Más que inteligencia, tener bondad y dulzura. Sin esas cualidades, la vida será violenta y se perderá todo.
Los aviones y la radio nos hacen sentirnos más cercanos. La verdadera naturaleza de esos inventos exige bondad humana; exige la hermandad universal que nos una a todos nosotros. Ahora mismo mi voz llega a millones de personas en todo el mundo; a millones de desesperados , hombres, mujeres, niños; víctimas de un sistema que hace torturar seres humanos y encarcelar a seres inocentes. A los que pueden oírme les digo: «¡No desesperéis!» La desdicha que ha caído sobre nosotros no es más que la pasajera codicia y la amargura de hombres que temen el verdadero avance del progreso humano. Los hombres que odian desaparecerán y caerán los dictadores; el poder que le arrebataron al pueblo ha de retornar al pueblo. Y así, mientras el hombre exista, la libertad no perecerá.
¡Soldados! ¡No os rindáis a esos hombres que en realidad os desprecian y os esclavizan, que reglamentan vuestras vidas y os dicen lo que tenéis que hacer, que pensar y que sentir! ¡Que os comen el cerebro, que os tratan como a ganado y que os utilizan como carne de cañón! No os entreguéis a esos individuos inhumanos, hombres máquina que tienen máquinas en su cerebro y en su corazón! ¡Vosotros no sois máquinas! ¿No sois ganado! ¡Sois hombres! ¡Y con el amor de la humanidad en vuestros corazones! ¡No al odio! ¡Sólo odian los que no pueden amar y los inhumanos!
¡Soldados! ¡No luchéis por la esclavitud, sino por la libertad! En el capítulo diecisiete de San Lucas se lee: “El Reino de Dios está dentro del hombre.” No de un solo hombre o de un grupo de hombres, sino de todos los hombres. Está en vosotros. ¡Vosotros, el pueblo, tenéis el poder, el poder de crear máquinas! ¡El poder de crear felicidad! Vosotros, el pueblo, tenéis el poder de hacer esta vida libre y hermosa; de convertirla en una maravillosa aventura. ¡En nombre de la democracia, utilicemos ese poder, actuando todos unidos! Luchemos por un mundo nuevo; un mundo justo que a todos asegure la oportunidad de trabajo, que dé futuro a los jóvenes y protección a los viejos.
Con la promesa de tales cosas es como esas fieras han escalado al poder. Pero, ¡sólo engañan y mienten! ¡No cumplen lo que prometen! ¡Jamás lo cumplirán! Los Dictadores se hacen libres ellos, sin embargo esclavizan al pueblo. ¡Luchemos ahora nosotros para hacer realidad lo prometido; todos a luchar por la libertad del mundo entero, para derribar barreras, para derribar la ambición, el odio y la intolerancia! ¡Luchemos por el mundo de la razón, un mundo en que la ciencia y el progreso auténtico nos conduzcan a todos a la felicidad! ¡Soldados, en nombre de la democracia, debemos unirnos todos!
Hannah, ¿puedes oírme? Dondequiera que estés, ¡mira a lo alto, Hannah! ¡Las nubes se alejan! El sol está apareciendo. Vamos saliendo de las tinieblas hacia la luz. ¡Caminamos hacia un mundo nuevo, un mundo de bondad, en el que los hombres se elevarán por encima del odio, de la ambición, de la brutalidad! ¡Mira a lo alto, Hannah! ¡Al alma del hombre le han sido dadas alas y, al fin, esta empezando a volar! ¡Esta volando hacia el arco iris, hacia la luz de la esperanza, hacia el futuro! ¡Un glorioso futuro que te pertenece a ti, a mi, a todos!
¡Mira a lo alto, Hannah! ¡Mira a lo alto!»
2 comentarios
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16 julio, 2008 a 11:22
Dorli
Meditando en este post tan bonito, he encontrado un texto que he versionado y que creo que enlaza con ese: » ¡Mira a lo alto!» que es el Leitmotiv de tu post. Muchas gracias, amigo.
«Cuan distinto es el mundo cuando se mira desde lo alto, cuan pequeña aparece nuestra pretensión de ser y estar donde los impulsos primarios nos dirigen, aquí la dimensión de lo importante es distinta, se percibe lo Divino sin tener que orar, se llena el espíritu de alegría al permitir que los mensajes del cosmos sean comprendidos en el código maravilloso de la vida y no existe misterio que nos agobie, la nitidez de cada obra nos trasmite el Amor y la Armonía en que se ha formado el universo, no importa no ver aún al Autor de todo esto, pero he sido invitado a participar en ello, lo significativo es que estoy aquí y gozo intensamente la oportunidad que Él me ofrece.
Abrumado por la elocuencia de los signos naturales me conmuevo y percibo la esperanza de que podremos cambiar el rumbo en el momento preciso, tenemos la capacidad para hacerlo, hemos vencido muchos obstáculos, hemos demostrado que en los momentos críticos sabemos reaccionar y hacer lo correcto, por eso estamos aquí, no podemos defraudarnos a nosotros mismos, estamos en la etapa critica de nuestra historia, no hay otra lucha mas importante que esta que tendremos que librar para recuperar lo que hemos perdido, revertir el proceso destructivo y realizar la reconstrucción del mundo. En algún lugar están los héroes y los genios que han de dirigirnos, estoy seguro de que se esta gestando el movimiento en pro de la Vida auténtica y eso me anima.
Puedo bajar de la montaña y formar parte nuevamente de ese grupo que ahora se mueve incierto en el laberinto de las exigencias vanas, han de encontrar en sus mañanas el camino a lo significativo, probablemente ya lo están buscando de alguna manera.
Mi alma esta colmada de esperanza, siento la caricia del viento, las primeras gotas de lluvia salpican mi rostro y me siento afortunado de sentir las expresiones sutiles de los elementos naturales que me rodean. Ciertamente tengo muchas cosas para alegrarme.
Optimista emprendo el descenso, me siento contento de haber venido a la montaña y de lo que he reflexionado al sentir el impacto de esta obra que pocas veces tengo la oportunidad de observar en cada detalle, ahora puedo retornar a la lucha cotidiana. Pondré mayor atención a quienes aportan nuevas ideas para mejorar y viviré a plenitud pensando que nunca es tarde, que siempre existirá un tiempo y un lugar para intentarlo.»
(Fuente: http://www.tuobra.unam.mx/publicadas/030617101035.html )
16 julio, 2008 a 21:53
Víctor
GRACIAS, Dorli!
Este texto «engrandece» este post. Muy hermoso y profundo.
Subir a la montaña, para descender a la vida cotidiana.
Un abrazo de Paz.