Verán ustedes, no es con medidas puramente técnicas como se terminará con la adicción al tabaco, con sus consecuencias: el aumento de cáncer de pulmón, de vejiga, etc. Desde luego, poner filtros en los cigarrillos puede limitar los daños. Pero su presencia da a los fumadores una falsa seguridad, y no se preguntan sobre sus motivos y responsabilidades. La verdadera solución, la solución a fin de cuentas, está en la educación: habría que enseñar a la gente a dominar su angustia en vez de fumar como carreteros. Es a ese precio como redescubrirán la alegría de respirar los verdaderos olores de la vida.
Bravo, querido doctor, y gracias por esta bonita lección de humanismo!
Verán ustedes, no es con medidas puramente técnicas como se llegará al fin de la violencia en los suburbios, con sus consecuencias: la destrucción de edificios públicos, incendios de coches, etc. Desde luego, poner un policía municipal detrás de cada joven puede limitar los daños, y más vale reprimir que dejar a los culpables sin castigo. Pero la presencia de la policía da a los responsables de los suburbios una falsa seguridad, y les evita preguntarse por los motivos de los alborotadores y sus propias responsabilidades. La verdadera solución, la solución a fin de cuentas, está en la educación: habría que enseñar a los jóvenes a controlar sus frustraciones en vez de destrozarlo todo. Es a ese precio como redescubrirán la felicidad de ganarse la vida con un trabajo honrado y contribuir al bien de la sociedad
¡Bravo, querido político, y gracias por esta bonita lección de humanismo!
Verán ustedes, no es con medidas puramente técnicas como se llegará al fin del terrorismo islámico, con sus consecuencias: la regresión de sociedades enteras, la opresión de las mujeres, etc. Desde luego, enviar soldados a Afganistán puede limitar los daños, y más vale no dejar a los fanáticos imponer su Ley. Pero la presencia de los ejércitos occidentales da a los políticos de aquí y de allá una falsa seguridad, y les evita interrogarse sobre los motivos de los talibanes y sus propias responsabilidades. La verdadera solución, la solución a fin de cuentas, está en la educación: habría que enseñar a los musulmanes a pasar a la modernidad sin saltársela. Es a ese precio como redescubrirán la alegría de vivir en democracia y de dialogar en paz con las otras civilizaciones..
¡Bravo, querido diplomático, y gracias por esta bonita lección de humanismo!
Verán ustedes, no es con medidas puramente técnicas como se llegará al final del sida, con sus consecuencias: el aborto, el abandono de niños, etc. Desde luego, ponerse un preservativo puede limitar los daños y, si no se puede contener, más vale utilizarlo que contagiar a su pareja. Pero su utilización da a la gente, tanto en África como en otros lugares, una falsa seguridad, y les evita el preguntase por sus motivaciones y sus responsabilidades. La verdadera solución, la solución a fin de cuentas, está en la educación: habría que enseñar a la gente a canalizar sus impulsos sexuales en vez de multiplicar sus experiencias en el fondo insatisfactorias. Es a ese precio como redescubrirán la alegría de amar y de respetar a una persona, de fundar una familia y de educar a los hijos.
Bravo, querido Benedicto XVI, y gracias por…
¡Estás loco! ¡Es el Papa quien habla así! ¡No es uno de nosotros, es una sotana! El Papa es alemán, por tanto nazi. Es cristiano, por tanto pasado de moda. Sí, sí, lo he oído en los medios de comunicación. Él es Papa, por tanto siempre está equivocado en todo…
3 comentarios
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5 julio, 2009 a 00:48
Víctor
El filósofo e historiador Rémi Brague se pregunta, mediante una fábula, al estilo de Voltaire, sobre el extraño rechazo a la advertencia del Papa de que el problema del sida no se resolverá con preservativo, sino con un cambio de actitudes.
5 julio, 2009 a 02:10
Daniel
La logica que usamos para diferentes asuntos como el tabaquismo, la violencia urbana, el terrorismo islamico… no se usa con la cuestion de como atajar el problema del Sida. Esto pone en evidencia que existe un prejuicio. Una falta de coherencia. Se deforma la realidad porque no queremos admitir la verdad. Esa dureza de corazon es la que denuncia insistentemente el Evangelio. No hay amor a la verdad. No queremos convertirnos. Por ejemplo, la parabola del rico Epulon y el pobre Lazaro (Lc 16,19ss). Al final de la misma, Abrahan sentencia, despues de que el rico implorara: «No, padre Abraham; si un muerto los visita, se arrepentiran», -«Si no escuchan a Moises ni a los profetas, aunque un muerto resucite, no le haran caso». La arrogancia del hombre moderno no se doblega delante de la palabra de los profetas. Aunque resucite un muerto, no hara caso. «Estamos ciegos? – Si estuvieran ciegos, no tendrian pecado; pero, como dicen que ven, su pecado permanece» ( Jn 9, 40). Agradezco a Dios el don de vivir este momento historico…Siempre es tiempo de la Gracia!Recibo las palabras de Benedicto XVI con sumo cuidado y profunda admiracion. Estare siempre, con ayuda de Dios, unido al corazon del pastor.
5 julio, 2009 a 16:48
Felicitas
La voz de la sabiduría es una voz serena, fuerte pero pacífica que orienta, indica el camino a seguir y no se impone. Entre tanto alarido poseso y tanto grito desmadrado, tanto sólo la escucha el corazón que , de verdad, busqca a Dios con rectitud de ánimo.