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Meses de enero y febrero, crepusculares, silenciosos, con el misterio escondido dentro, abiertos a la luz que crece día a día.

Meses de enero y febrero, los del tiempo ordinario, con el trabajo y la fatiga de cada día, y la vida de familia donde se forma la trama de la vida.

Meses de enero y febrero, silenciosos en la naturaleza, íntimos para la familia junto al fuego, con las cosas pequeñas, detalles de alegría.

Meses de enero y febrero, cuando la savia se asoma y los cereales rompen la tierra en busca de la luz.

Meses de enero y febrero, belleza del aquí y ahora, conversaciones íntimas, cruces de caminos, paso imparable hacia la vida.

Meses de enero y febrero, Dios siempre en medio. Tareas de un mundo nuevo entre las manos: la paz, la comunión, la mesa compartida.

El libro-entrevista Luz del mundo recoge respuestas francas de Benedicto XVI al periodista Peter Seewald sobre el Papa, la Iglesia y los signos de los tiempos. La conversación ofrece claves sobre los retos de la sociedad actual y la fe y la crisis de la Iglesia. También aclara numerosas cuestiones en torno a cuestiones concretas.

El periodista que realizó el libro-entrevista, el alemán Peter Seewald, destaca en el prefacio del libro que “nunca antes en la historia de la Iglesia un pontífice había respondido preguntas en la forma de una entrevista directa y personal”.

Para el periodista, “cuando se le escucha de ese modo y se está sentado frente a él, se percibe no sólo la precisión de su pensamiento y la esperanza que proviene de la fe, sino que se hace visible de forma especial un resplandor de la Luz del mundo, del rostro de Jesucristo, que quiere salir al encuentro de cada ser humano y no excluye a nadie”.

“En la crisis de la Iglesia, se cifra para él una enorme oportunidad, la de redescubrir lo auténticamente católico -añade Seewald-. Para él la tarea es mostrar a las personas a Dios y decirles la verdad.

El libro-entrevista de Benedicto XVI Luz del Mundo ha vendido 75.000 ejemplares en España en menos de tres semanas desde que saliera a la venta el pasado 24 de noviembre.

Presentamos  a continuación algunas de las frases más destacadas del libro.

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“El mayor sufrimiento del hombre le viene de su falta de visión” (Juan Pablo II)

Caminamos por esta vida dando numerosos pasos. Pasos que se suman progresivamente y que poco a poco van marcando nuestro itinerario vital. Al final de un año, podemos apreciar cuántos pasos hemos dado en nuestras vidas, cuántos de ellos han sido certeros y cuántos han sido dados sin derrotero alguno.

Cuando se nubla la meta y se difumina ante nuestra vista el fin tras el que corríamos, la ceguera del sinsentido comienza a oscurecernos. Al mirar la ribera de nuestra existencia vemos con asombro la cantidad de pasos perdidos y las huellas sin rumbo. Vemos que, muchas veces, hemos jadeado en vano, que hemos andado sin avanzar, que hemos vivido sin amor momentos tan preciosos como fugaces.

Ahora, con los pies ampollados y doloridos del trayecto recorrido en este año, es cuando comprendemos que lo importante no era el dar muchos pasos, ni la velocidad de las zancadas, sino el horizonte que quisimos conquistar con cada uno de ellos. En medio del crucero del ayer, del hoy y del futuro, percibimos con claridad la necesidad de una mirada amplia que rompa la frontera de lo inmediato y episódico.

¿A dónde vamos? Contemplando las huellas dejadas a nuestras espaldas, la respuesta, tal vez, será el no saber. Podría ser que al plantearnos esta pregunta encontremos que hemos caminado sin una meta clara haciendo de nuestras vidas un laberinto sin rumbo fijo. También podría ser que con alegría y gratitud veamos que los pasos dados están todos, o la mayoría, dirigidos al Cielo y a la eternidad.

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CREER PARA VER

Padre, en aquellos momentos en que cuestionan mi fe; dame serenidad y fuerza.

Señor, cuando yo mismo me pregunte quién soy y quién eres para mí; ayúdame a sentir Tu Amor.

Que crea, Padre, como el ciego, que confíe en Ti, que espere en Ti y que descubra quién eres en mi vida.

Que me aferre, Señor, al Padre que ama, que cuida y protege a sus hijos. Y me aleje de la imagen castigadora y distante del fariseo.

Porque al final siempre eres ternura, entrega y generosidad.

Que la oración sea mi agua de Siloé, que tu Palabra sea el encuentro en el camino,
que mi fe sea mi vista.

Que no se cierren mis ojos,
que vea al mirar, que me deje hacer por Ti como el ciego de Siloé.

Y que mi boca bendiga tu nombre por haber experimentado tu Amor recibido. Amén.

Víctor MB

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