La Biblia es fuerza
Para Santa Teresita la Biblia tiene una tercera dimensión: es fuerza que nos hace experimentar a Dios. La Biblia no contiene solamente un mensaje que se capta con la razón. Es también fuerza, consolación, buena noticia, que se percibe con el corazón. En la Biblia se revela la presencia liberadora y consoladora de Dios. Esta convicción de fe es fuente de fortaleza y de consuelo en medio de las luchas de la vida.
Santa Teresita toma la Biblia, «pidiendo a Dios que me consolase, que el mismo me respondiera» (CA 21/26.5.11). Nos confiesa que el Evangelio «la sustenta durante la oración» y que cuando se ve impotente la Sagrada Escritura «viene en mi ayuda» (Ms A 83v).
Cuando descubre «el ascensor» en dos textos del Antiguo Testamento nos confiesa: «nunca palabras tan hermosas y melodiosas alegraron mi alma» (Ms C 3r); y cuando encuentra un texto en la primera carta a los corintios que colma sus deseos y responde a su búsqueda exclama: «Podía, por fin descansar» (Ms B 3v).
La terminología usada por la santa nos ayuda a entender su experiencia de la fuerza de la Biblia. La Palabra la sustenta, le ayuda, le provoca gozo indecible, le ofrece descanso.
Un método sencillo para leer y orar con la Biblia
Santa Teresa de Lisieux practica una forma muy sencilla de acercarse a la Biblia: parte de la vida, se acerca directamente al texto, lo hace en actitud orante y encuentra finalmente una nueva luz que antes no tenía.
Vamos a descubrir su forma de leer la Biblia a partir de un ejemplo concreto del Cuaderno Amarillo (CA 21/26.5.11). La situación inicial son unas palabras que M. Inés le dirige manifestándole su particular cariño y diciéndole que todo en ella le gustaba. Estas palabras provocaron no poca confusión en Teresa: «Todo esto me emocionaba, pero el pensamiento de que tu amor te hacía ver lo que en realidad no existía me impedía gozar en plenitud».
Esta es la situación concreta: desconcierto e incertidumbre. A partir de esta experiencia Teresa se acerca al Evangelio: «Entonces tomé en mis manos el Evangelio». Este es el segundo momento: el contacto directo con el texto bíblico a partir de una experiencia de vida.
Pero Teresa matiza un tercer elemento de su lectura: «pidiendo a Dios que me consolase, que él mismo me respondiera…». Teresa lee la Biblia orando. Nos recuerda que poder escuchar a Dios no depende de nosotros, sino solamente de él, de su decisión gratuita y soberana de entrar en contacto con nosotros y hacer posible que escuchemos su voz. Sin la gracia del Espíritu la Biblia es un libro sellado.
Después de orar, los ojos de Teresa se posan en un pasaje «que nunca antes me había llamado la atención y entonces derramé lágrimas de alegría». Había encontrado la respuesta (Jn 3,34): «el que Dios envió habla las palabras de Dios…». Ella comprende que M. Inés le ha sido enviada por Dios y que está diciendo la verdad.
Por tanto tres momentos: experiencia de vida, contacto directo con el texto, oración, y descubrimiento de una nueva luz.
Son muchas las situaciones que empujan a Teresa a buscar luz en la Biblia. Bastaría una rápida hojeada de sus obras: incertidumbre, anhelos insatisfechos, oscuridad, experiencias nuevas…
Sabe detenerse en el texto y leer atentamente. Bastaría pensar en su comentario al pasaje de Zaqueo (Cta 137) en donde el verbo «bajar» le sirve de clave de lectura de todo el texto, o cuando habla del mandamiento nuevo del amor (Ms C 12r) su insistencia en el «como Jesús» que le da unidad a toda su lectura. Todo esto demuestra una fina capacidad le lectura y una atención particular a los detalles y términos más importantes del texto.
Cuando toma el texto bíblico, «pide a Jesús encontrar un pasaje» apropiado para su situación o la de otros (Cta. 143), o bien, termina orando y dialogando con Jesús después de leer la Biblia, fundiendo su palabra de oración con la Palabra bíblica (cf. Cta. 230).
Pasos de una forma de lectura bíblica sencilla y personal: vida, texto, oración y nueva luz.
- Escuchar la propia vida.
- Tomar la Biblia y leer atentamente para encontrar luz y fuerza.
- Hacerlo en oración, pidiendo la gracia de escuchar.
- Vivir la experiencia del cambio que produce la Palabra y seguir en forma obediente lo que Dios nos ha revelado en ella.
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