You are currently browsing the category archive for the ‘poemas’ category.
¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste
habiéndome herido;
salí tras ti clamando y eras ido.
Pastores, los que fueres
allá por las majadas al otero,
si por ventura vieres
aquel que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero.
Buscando mis amores
iré por esos montes y riberas;
no cogeré las flores,
ni temeré a las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.
¡Oh bosques y espesuras
plantadas por la mano del Amado!,
¡oh prado de verduras
de flores esmaltado!,
decid si por vosotros ha pasado.
San Juan de la Cruz. Del Cántico Espiritual.
En este mundo al vivir
de maldades y vileza,
con amor quiero decir:
¡Bendita sea tu pureza!
Saca de mí tanta hiel
como mi alma desea,
para poder serte fiel
y eternamente lo sea.
Es tu planta virginal
la que a Satán pisotea.
No hubo falta original
pues todo un Dios se recrea.
Cuando al arcángel Gabriel
le mostraste tu extrañeza
“Dios se fijó -dijo aquel-
en tan graciosa belleza”
Estoy contra de ti, que no te encuentro,
que no te sé buscar, que busco afuera,
y estás veraz, tan hondo en mi ceguera,
tan cerca estás de mí, Señor, tan dentro.
Te busco desde aquí, desde mi centro,
porque no sé buscar de otra manera,
herido, a dentelladas, como fiera
que soy, hasta llegar a tu epicentro.
Porque, Señor, yo te he visto
y quiero volverte a ver,
quiero creer.
Te vi, sí, cuando era niño
y en agua me bauticé,
y, limpio de culpa vieja,
sin verlos te pude ver.
Quiero creer.
Devuélveme aquellas puras
transparencias de aire fiel,
devuélveme aquellas niñas
de aquellos ojos de ayer.
Quiero creer.

Cada mañana sales al balcón
y oteas el horizonte
por ver si vuelvo.
Cada mañana bajas saltando las escaleras
y echas a correr por el campo
cuando me adivinas a lo lejos.
Cada mañana me cortas la palabra,
te abalanzas sobre mí
y me rodeas con un abrazo redondo
el cuerpo entero.
Cada mañana contratas la banda de músicos
y organizas una fiesta por mí
por el ancho mundo.
Cada mañana me dices al oído
con voz de primavera:
hoy puedes empezar de nuevo.
Nadie estuvo más solo que tus manos
perdidas entre el hierro y la madera;
mas cuando el Pan se convirtió en hoguera
nada estuvo más lleno que tus manos.
Nadie estuvo más muerto que tus manos
cuando, llorando, las besó María;
mas cuando el Vino ensangrentado ardía
nada estuvo más vivo que tus manos.
Nada estuvo más ciego que mis ojos
cuando creí mi corazón perdido
en un ancho desierto sin hermanos.
Nadie estaba más ciego que mis ojos.
Grité, Señor, porque te habías ido.
Y Tú estabas latiendo entre mis manos.
¿Qué quieres?
¿Qué quiero, mi Jesús?… Quiero quererte,
quiero cuanto hay en mí, del todo darte
sin tener más placer que el agradarte,
sin tener más temor que el ofenderte.
Quiero olvidarlo todo y conocerte,
quiero dejarlo todo para buscarte,
quiera perderlo todo para hallarte,
quiero ignorarlo todo por saberte.
Quiero, amable Jesús, abismarme
en ese dulce hueco de tu herida,
y en sus divinas llamas abrasarme.
Quiero, por fin, en Ti transfigurarme,
morir a mí, para vivir tu vida,
perderme en Ti, Jesús, y no encontrarme.
Calderón de la Barca
Glosa de la Salve
Dios te salve, Virgen pura,
Reina piadosa del mundo,
Madre de vida y dulzura,
Acoge el ruego profundo
De tus hijos sin ventura!
Hijos que por ti clamamos
Desterrados hijos de Eva,
Que a Ti ¡oh Madre! suspiramos
En este valle de prueba
Donde sin cesar lloramos.
¡Tus hijos siempre y ahora
Triste te elevan el alma!…
¡Óyelos, Madre y Señora,
Con esa piedad que calma
Los gemidos del que llora!
Tarde te he amado, Belleza siempre antigua
y siempre nueva. Tarde te he amado.
Y, he aquí que tú estabas dentro y yo fuera.
Y te buscaba fuera. Desorientado, iba corriendo
tras esas formas de belleza que tú habías creado.
Tú estabas conmigo, y yo no estaba contigo
cuando esas cosas me retenían lejos de ti,
cosas cuyo único ser era estar en ti.
Me llamaste, me gritaste e irrumpiste
a través de mi sordera. Brillaste,
resplandeciste y acabaste con mi ceguera.
Te hiciste todo fragancia, y yo aspiré
y suspiré por ti. Te saboreé, y ahora
tengo hambre y sed de ti. Me tocaste,
y ahora deseo tu abrazo ardientemente.
San Agustín
Hirióme con una flecha
enherbolada de amor
y mi alma quedó hecha
una con su Criador;
Ya yo no quiero otro amor,
pues a mi Dios me he entregado,
y mi Amado para mí
y yo soy para mi Amado
Algunos pensamientos de Santa Teresa de Jesús:
“El crecimiento del alma no está en pensar mucho, sino en amar mucho”.
“No dejes nunca la oración. Dejar la oración es perder el camino”.
“El Señor no mira tanto la grandeza de las obras como el amor con que se hacen”.
«Use siempre hacer muchos actos de amor, porque encienden y enternecen el alma».
«La perfección verdadera es amor de Dios y del prójimo».
«El Espíritu Santo como fuerte huracán hace adelantar más en una hora la navecilla de nuestra alma hacia la santidad, que lo que nosotros habíamos conseguido en meses y años remando con nuestras solas fuerzas».
«Tu deseo sea de ver a Dios; tu temor, si le has de perder; tu dolor, que no le gozas, y tu gozo, de lo que te puede llevar allá, y vivirás con gran paz».
«Dios no ha de forzar nuestra voluntad; toma lo que le damos; mas no se da a sí del todo hasta que nos damos del todo».

15 de octubre. Santa Teresa de Jesús
Comentarios recientes