En un jardín de Roma hay un anciano,
Oculto a las miradas de la gente,
Que gusta de rezar junto a una fuente,
De prisas y cuidados ya lejano.
Recuerda a veces, con dolor humano,
Que su palabra antaño era influyente
Y el mundo le escuchaba humildemente,
Mas pronto retrocede el pensar vano.
Se pone en pie y, sin oler las rosas,
En casa de su Padre vuelve a entrar,
Dejando tras de sí todas las cosas.
Bien sabe que, encorvado ante el altar,
En esas viejas manos temblorosas,
El mundo y más que el mundo puede alzar.
Bruno Moreno
4 comentarios
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11 marzo, 2013 a 17:35
Carmen
GRACIAS
13 marzo, 2013 a 09:59
NIP
Buenos días. Una entrada muy hermosa, rítmica, sonora y alegre. Parece Atlas.Un abrazo.
25 May, 2013 a 00:15
Felicitas
Es cierto, es un post lleno de cariño hacia un hombre que se ha entregado en cuerpo y alma a Cristo y a su iglesia, aunque discrepo, porque creo que pocos le escuchaban…
19 May, 2014 a 22:25
Clotilde Cerrato
Nos tiene bastante abandonados. Echamos de menos sus comentarios. Vuelva pronto.