No está fácil hoy esto de creer en Ti, Señor. Porque hay tantos gritos, tantas palabras, tantas verdades, tantas historias que te oscurecen, te tapan, te silencian…Se hace a veces difícil no convertirte en rutina o en historia sabida, pero no vivida. Y a veces tengo la sensación, en esto de la fe, de ir peleándome un poco con todo, conmigo mismo, contigo o con un mundo que me llama de tantas maneras, invitándome a vivir sin evangelio, ni prójimo, ni cruz… Ayúdanos a creer, con pasión, con valentía, con hondura, con amor…

A veces cuesta hablar en tu nombre. O decir que creo en Ti. A veces me hacen sentir un bicho raro. En clase, en el trabajo, hasta en la familia, por tomarte demasiado en serio. Por buscar que tu evangelio sea algo más que un rumor. Da miedo la burla, y golpea la indiferencia. Y, sin embargo, no me dejes perder el coraje, la sed, la pasión, la búsqueda. No dejes que venza el silencio ni la comodidad. Ayúdame a creer en Ti.

Señor, perdona que te lo diga. A veces tu evangelio es exigente, y me asusta vivirlo. A veces no me lo pones fácil. A veces callas tanto, descolocas mis expectativas, no te siento, no te encuentro, no te entiendo… Y casi pienso que juegas conmigo… Hasta que me doy cuenta de que esa es tu grandeza. Desbordar, una y otra vez, lo que intuyo. Aparecer, siempre nuevo. Irte desnudando de capas, para mostrarte ante mí cada vez más hondo, más simple, más Amor. No permitas que deje de buscarte. Ayúdame a creer en Ti.

Porque a veces paso de Ti, me pierdo en trabajos, estudios, relaciones, proyectos… pero olvidando que, detrás de todo late tu manera de amar, de ser, de soñarme. Porque mi ego se infla (y Tú disminuyes), cuando debería ser al revés. Porque me instalo en lo ya sabido y dejo que se enfríe el amor por Ti.
Pero, afortunadamente, tú rompes todas las inercias y desbaratas todas las defensas. Tú dominas las corrientes y las tormentas. Y sigues presente, ganándome poco a poco, cautivándome, seduciéndome día a día y enviándome a vivir en este mundo, a tu manera. GRACIAS.