You are currently browsing the daily archive for 21 octubre, 2007.

Evangelio de Lc 12,13-21  

En aquel tiempo, uno de la gente le dijo: «Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo». Él le respondió: «¡Hombre! ¿quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?». Y les dijo: «Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes».

Les dijo una parábola: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; y pensaba entre sí, diciendo: ‘¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?’. Y dijo: ‘Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea’. Pero Dios le dijo: ‘¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?’. Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios».

 riqueza.jpg

«La vida de uno no está asegurada por sus bienes»

Hoy, el Evangelio, si no nos tapamos los oídos y no cerramos los ojos, causará en nosotros una gran conmoción por su claridad: «Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes» (Lc 12,15). ¿Qué es lo que asegura la vida del hombre?

Sabemos muy bien en qué está asegurada la vida de Jesús, porque Él mismo nos lo ha dicho: «El Padre tiene el poder de dar la vida, y ha dado al Hijo ese mismo poder» (Jn 5,26). Sabemos que la vida de Jesús no solamente procede del Padre, sino que consiste en hacer su voluntad, ya que éste es su alimento, y la voluntad del Padre equivale a realizar su gran obra de salvación entre los hombres, dando la vida por sus amigos, signo del más excelso amor. La vida de Jesús es, pues, una vida recibida totalmente del Padre y entregada totalmente al mismo Padre y, por amor al Padre, a los hombres. La vida humana, ¿podrá ser entonces suficiente en sí misma? ¿Podrá negarse que nuestra vida es un don, que la hemos recibido y que, solamente por eso, ya debemos dar gracias? «Que nadie crea que es dueño de su propia vida» (San Jerónimo).

Siguiendo esta lógica, sólo falta preguntarnos: ¿Qué sentido puede tener nuestra vida si se encierra en sí misma, si halla su agrado al decirse: «Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea» (Lc 12,19)? Si la vida de Jesús es un don recibido y entregado siempre en el amor, nuestra vida —que no podemos negar haber recibido— debe convertirse, siguiendo a la de Jesús, en una donación total a Dios y a los hermanos, porque «quien vive preocupado por su vida, la perderá» (Jn 12,25).

agua-noche.jpgCuando se tiene sed de Dios,

lo más adecuado es llegar hasta las fuentes de la fe,

y con el agua de ese manantial

 empapar los problemas de la vida y del futuro.

 

¡Qué grande es el amor! Hace ligero todo lo pesado y soporta todo lo difícil; lleva el peso sin fatiga y todo lo amargo lo vuelve sabroso (Tomás de Kempis).

Hay asesinos de almas que ellos mismos no se dan cuenta de que lo han sido. Muchas veces se asesina sólo con una palabra, con un silencio, con una burla o con un desprecio. Todo lo que mata una ilusión, una fe, una creencia. Quitar a un niño su ilusión de los Reyes; inquietar un alma sencilla con dudas en su fe; convertir la confianza en malicia; la pobreza resignada en odio vengativo (Jacinto Benavente).

 El amor a Dios y el amor al projimo son dos hojas de una puerta que sólo pueden abrirse y cerrarse juntas (Sören Kierkegaard).

De vez en cuando, apaga la luz, baja el volumen, levanta el pie del acelerador, limita los compromisos. Menos puede ser realmente más. Olvídate de todas tus expectativas. Dios tiene un regalo sorprendente para ti.

 

cardenal3.jpg

El Cardenal de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, ha escrito una carta pastoral incidiendo en principios educativos fundamentales que afectan a la persona. A continuación se sintetiza parte de su contenido.

Tras el agradecimiento a los padres, maestros, alumnos y diversos colectivos implicados en la educación, el Cardenal Amigo expresa su reconocimiento a los profesionales cristianos que dan testimonio de su fe a pesar de su trabajo en ambientes hostiles. Son todos éstos «verdaderos artífices de los que Dios se ha querido valer para hacer de la educación un verdadero y privilegiado camino de esperanza».

A las dificultades especificas de toda escolarización se añade la secularización ambiental que hace difícil «sentir el aprecio a valores trascendentes»: materialismo, políticas adversas hacia la libertad de enseñanza, pasividad de las familias, cansancio de los profesionales, etc. No obstante, no caben excusas. «Habrá que unir ciencia y sabiduría. La ciencia es conocimiento. Y la sabiduría, amor. Y solamente conjuntando y uniendo se puede llegar a lo que el hombre merece en justicia: el derecho a ser y a vivir con la dignidad que como a persona le corresponde.»

 Huyendo del pesimismo, el Cardenal Amigo, desde un planteamiento positivo impulsado por la confianza en Dios y en los docentes cristianos, y a través de «los caminos del dialogo y la comprensión» propone un «pacto de Estado por la educación, en el que un consenso unánime, más allá de cualquier forma partidista, busque lo mejor para una escuela de auténtica calidad educativa».

Educación y ciudadanía.  «Llama la atención que mientras un 85% de los alumnos opte por la clase de Religión, sea el 15 % restante el que tenga mayor protagonismo». «San Pablo ya tuvo que hablar de la ciudadanía, pues los cristianos eran excluidos, por otros grupos, de los derechos que a los demos correspondían (Cf. Ef 2, 12 )» . «Debemos trabajar por los derechos que nos asisten, pero sin olvidar nunca la propia identidad cristiana». La educación es el camino para ayudar al hombre a recuperar su auténtica y más original imagen: portador de paz, alegría, fraternidad entre los hombres, superación de la injusticia, etc.
Carlos Amigo defiende el derecho de «los padres para educar a sus hijos conforme a sus convicciones», y propone diversas iniciativas para educar en la ciudadanía:

– Formación de la conciencia moral. Ofrecer criterios objetivos para la formación de la conciencia superando el relativismo ético.
– Formación sexual adecuada ante una sexualidad desenfocada, superando la llamada ideología de género.
– Formación en valores humanos, sociales y cívicos dentro de la familia.
– Conocimiento de los principios constitucionales y normas cívicas, edición de manuales, subsidios para la educación, etc.
– Recordar a los padres y jóvenes la necesidad de elegir la asignatura de Religión y Moral.
– Promover el principio de subsidiariedad, y que la familia pueda ejercer sus derechos en la formación de sus hijos.
– Cursos de formación, grupos de fe-cultura, promoción de asociaciones, encuentros de profesores, padres, AMPAS católicas, Consejos escolares, escuelas parroquiales de formación moral, son, entre otras muchas, algunas de las acciones que se pueden emprender.

Ley de calidad. El Cardenal Amigo sostiene que» una enseñanza desprovista de valores trascendentes y morales, una educación sin hablar de Dios es como un atentado al derecho de la persona a conocer la verdad». La calidad meramente técnica, donde la religión permanece escondida en la intimidad de lo privado, es una privación del conocimiento íntegro sobre la verdad del hombre. «Nuestra primera ley de calidad no puede ser otra que la de ayudar al hombre a buscar el rostro del Señor».

Sobre las escuelas católicas, insiste la carta pastoral que «hay que ofrecer una clara identidad. La ambigüedad, ni es honrada ni eficaz», no caben dualismos ni alternativas, dicotomías entre el ser y el obrar; sino ofrecer lo que se tiene y se valora como buena noticia para la salvación del hombre. Los centros católicos de enseñanza han de tener bien definida su identidad cristiana y presentar el evangelio comprensible y entusiasmante.

«Enséñame, Señor, lo que tengo que enseñar y lo que aún tengo que aprender, pedía San Agustín».

«Lo hago por Jesús»

                  No es cuánto hacemos o «lo grande que es» lo que hacemos,
                 sino cuánto amor ponemos en lo que hacemos.

 Domingo XXIX (C) del tiempo ordinario

Evangelio de Lc 18,1-8

En aquel tiempo, Jesús les decía una parábola para inculcarles que es preciso orar siempre sin desfallecer. «Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: ‘¡Hazme justicia contra mi adversario!’. Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme’».

Dijo, pues, el Señor: «Oíd lo que dice el juez injusto; y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar? Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?».

 pedir.jpg

«Es preciso orar siempre sin desfallecer»

Hoy, Jesús nos recuerda que «es preciso orar siempre sin desfallecer» (Lc 18,1). Enseña con sus obras y con las palabras. San Lucas se nos presenta como el evangelista de la oración de Jesús. Efectivamente, en algunas de las escenas de la vida del Señor, que los autores inspirados de la Escritura Santa nos transmiten, es únicamente Lucas quien nos lo muestra rezando.

En el Bautismo en el Jordán, en la elección de los Doce y en la Transfiguración. Cuando un discípulo le pidió «Señor, enséñanos a orar» (Lc 11,1), de sus labios salió el Padrenuestro. Cuando anuncia las negaciones a Pedro: «Yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca» (Lc 22,32). En la crucifixión: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34). Cuando muere en la Cruz: «Padre, en tus manos pongo mi espíritu», del Salmo 31. El Señor mismo es modelo de la oración de petición, especialmente en Getsemaní, según la descripción de todos los evangelistas.

—Puedo ir concretando cómo elevaré el corazón a Dios en las distintas actividades, porque no es lo mismo hacer un trabajo intelectual que manual; estar en la iglesia que en el campo de deportes o en casa; conducir por la ciudad que por la autopista; no es lo mismo la oración de petición que el agradecimiento; o la adoración que pedir perdón; de buena mañana que cuando llevamos todo el cansancio del día. «Más consigue aquel que importuna más de cerca… Por tanto, acércate a Dios: esfuérzate por ser santo».

Santa María es modelo de oración, también de petición. En Caná de Galilea es capaz de avanzar la hora de Jesús, la hora de los milagros, con su petición, llena de amor por aquellos esposos y llana de confianza en su Hijo.

Hemos recibido...

  • 775.039 visitas

CREER PARA VER

Padre, en aquellos momentos en que cuestionan mi fe; dame serenidad y fuerza.

Señor, cuando yo mismo me pregunte quién soy y quién eres para mí; ayúdame a sentir Tu Amor.

Que crea, Padre, como el ciego, que confíe en Ti, que espere en Ti y que descubra quién eres en mi vida.

Que me aferre, Señor, al Padre que ama, que cuida y protege a sus hijos. Y me aleje de la imagen castigadora y distante del fariseo.

Porque al final siempre eres ternura, entrega y generosidad.

Que la oración sea mi agua de Siloé, que tu Palabra sea el encuentro en el camino,
que mi fe sea mi vista.

Que no se cierren mis ojos,
que vea al mirar, que me deje hacer por Ti como el ciego de Siloé.

Y que mi boca bendiga tu nombre por haber experimentado tu Amor recibido. Amén.

Víctor MB

octubre 2007
L M X J V S D
1234567
891011121314
15161718192021
22232425262728
293031  

Comentarios recientes

ROGELIO VALLEJO OBAN… en Tengo sed (Jn 19, 28)
ROGELIO VALLEJO OBAN… en Tengo sed (Jn 19, 28)
Samb en Dios mío, Dios mío, ¿por qué m…
Noemi en SE HACE PEQUEÑO
Anónimo en SUBIR A LO ALTO DE LA MON…
BXVI en SE HACE PEQUEÑO
José Márquez Portero en CORAZÓN DE DISCÍPULO, LABIOS D…