Que nunca nos falte el aliento para seguirte. Que no nos falte el deseo, el sueño, la ilusión para construir espacios de justicia, de misericordia, de encuentro.Que no falten las fuerzas, aunque sean pocas, o los amigos para apoyar el cansancio. Que no falte la fe en Ti, Dios de misericordia. Que no falte la esperanza, ni el amor. Que si faltan, todo parece gris. Pero si están, siempre se intuyen caminos. Pon, Señor, en nuestras vidas, coraje, pasión y horizonte.
Que no falte el amor a tu manera. A los desamados. A los tristes. A buenos –los amables- y malos –los que necesitan que alguien ame y transforme sus sombras. Amor a los justos –que reflejan tu justicia- e injustos –que, equivocados, se alejan de Ti. Amor cotidiano, frágil, encarnado en las cosas pequeñas de cada día. En la familia, en los estudios, en el trabajo. Amor que a veces emociona y otras es canto tranquilo, que serena y empuja. Amor que a veces me romperá un poco. Que no nos falte amar como Tú.
Que no falte el empuje para dar pasos. Para ponerme en marcha día a día. Para vivir a tu manera. Para pasar de las palabras a los hechos. Para alejarme de lo vacío. Para plantar cara a lo injusto. Para buscar, construir, actuar. Que no falte la valentía para arriesgar a veces, en nombre de aquellos por quienes nadie arriesga nada. Que no falte la capacidad de salir de los terrenos conocidos para descubrir un mundo que va mucho más allá de lo que ya conozco. Que no falte la inquietud por hacer de mi mundo cotidiano, ese de cada día, y sus rutinas, algo diferente y evangélico.
Que no falte el Espíritu que inspira y empuja, que alienta y seduce, que sugiere y grita. Que no falte tu voz que habla sin palabras, que resuena muy dentro y muy fuera (a veces). Que no falte tu destello intuido en tantos otros brillos.Que no falte tu Palabra que, cuando se escucha, nos despierta y nos pone en camino, hablando de prójimo, hermano, bienaventuranza. Que no falte tu fuerza que vuelve poderosa nuestra debilidad.
El Corazón
Dicen que es del tamaño de mi puño cerrado.
Pequeño, entonces,
pero basta
para poner en marcha todo esto.
Es un obrero
que trabaja bien,
aunque anhele el descanso,
y es un prisionero
que espera vagamente
escaparse.
4 comentarios
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18 octubre, 2008 a 06:43
analia
«Que no falte tu fuerza que vuelve poderosa nuestra debilidad.»
¡Que lindo texto! Dice mucho.
Me he quedado especialmente con esta frase, quizás porque en estos días esto de mi debilidad y Su fuerza es algo que se me hace bastante presente.
Esta semana rezaba con un salmo (27) que dice «El Señor es mi luz y mi salvación, a quién temeré?». Un salmo que habla de confianza, que reza desde ese lugar. Y yo me animo a tomar la frase del texto que compartiste y modificar la expresión, que no sea ya una expresión de deseo (que no falte…) sino una certeza: TU FUERZA VUELVE PODEROSA MI DEBILIDAD.
Seguro, hay mucho más en el texto, pero no he podido despegarme de este renglón. Así que, gracias. Me ayudaste a rezar hoy.
18 octubre, 2008 a 12:39
Víctor
Comparto ahora contigo, Analia, una pequeña reflexión de André Louf, tomada de su libro A merced de su gracia :
“Cuando uno reconoce su pecado, Jesús puede actuar y perdonar. Desde que Jesús sufrió nuestra debilidad y murió para resucitar, el poder de Dios está oculto en el fondo de la debilidad humana como una semilla que germinará a través de la fe y del abandono. Mientras nos opongamos de mil maneras a nuestra debilidad, el poder de Dios no podrá obrar en nosotros.
Pablo era confrontado de manera aguda con su debilidad, hasta el punto que buscaba un refugio en la oración y suplicaba al Señor que le librase de ella. Jesús no cede sin embargo. No se le suprime la tentación a Pablo, porque le es mucho más provechoso permanecer en ella para que aprenda lo que el poder de Dios es capaz de hacer en el corazón de la debilidad. Ni la fuerza de Pablo, ni su victoria personal tienen importancia, únicamente su perseverancia en la tentación, y al mismo tiempo en la gracia. La gracia no viene a injertarse en nuestra fuerza o nuestra virtud, sino sólo en nuestra debilidad. Somos fuerte cuando nuestra debilidad se nos hace evidente. Es el lugar bendito en el que la gracia de Jesús puede sorprendernos e invadirnos.
Cuando se nos da a conocer nuestra debilidad, algunos huyen. Es preciso tener cierta experiencia del amor de Dios para atreverse a permanecer en la debilidad, y reconciliarse con el pecado.
La santidad no se encuentra en el extremo opuesto de la tentación, sino en el corazón mismo de la tentación. Escapar de la debilidad sería escapar del poder de Dios que sólo actúa en ella. Tenemos que aprender a permanecer en nuestra debilidad al mismo tiempo que entregados a la misericordia de Dios. Sólo en nuestra debilidad somos vulnerables al amor de Dios y a su poder. Permanecer en la tentación y en la debilidad es el único camino para entrar en contacto con la gracia y para convertirse en milagro de la misericordia de Dios.”
Un abrazo!
18 octubre, 2008 a 19:28
analia
Víctor, GRACIAS! ya estoy imprimiendo esto. Hoy…PROVIDENCIAL.
De corazón, muchas gracias!!
18 octubre, 2008 a 20:51
Víctor
Me alegro mucho de que te sea «útil». Un abrazo, Analia.